viernes, 4 de abril de 2014

Utopía, el último misterio




Autorretrato de Fritz Bartning realizado con fotos propias



            Aquello que resueltamente instala restricciones para ser conocido abandona los terrenos de la ignorancia para convertirse en misterio. Fritz Bartning (Karlsruhe, 1897-1961) asumió como pocos la investidura de lo misterioso para ejercer la teoría y la arquitectura de reconstrucción urbana como un arte. Hermano desconocido del también arquitecto de nombre Otto, emigró hacia Estados Unidos escapando del régimen nazi; tal vez su única decisión a tono con esos años y, por nada casual, contraria a la de su consanguíneo. Hace muy poco un reducido grupo de aspirantes de doctorado en Harvard han aportado información al hallazgo de este personaje, vigente hoy por la curiosa actualidad de sus entonces frustrados intentos[1].
            Debido a experiencias cotidianas en ámbitos muy diversos FB se propuso la escritura metafórica sobre la gravedad que asume la figura del vecino en la construcción de la arquitectura social de una ciudad. “La vecindad como concepto constituye la caja de Pandora de la vida urbana, el muro divisorio, en ese caso, asume la condición de nido del mal. Es en ese contexto que se vuelve comprensible la recurrencia de Poe cuando conquista los límites y, como un claro antecedente del existenzminimun, hace habitar a sus personajes muertos y por morir en los intersticios de muros y pisos. La indefinición del límite prescribe el área donde anida la fantasmagoría de la propiedad, esto es, en el espacio de la separación indiferente con el otro”.
           
            Su crítica a las formas habituales de la propiedad y la convivencia proporcionó, tal vez oportunamente, una explicación suficiente a la baja exposición y la oscuridad que asumió en la sociedad americana en épocas de cacería comunista. Pero lo cierto es que aun no puede saberse si los motores de la incógnita que se encargó de sembrar obedecen a la persecución, a la paranoia o al resentimiento. Los documentos son tan escasos que no develan razones auténticas. Sólo puede conjeturarse que encontró en el derecho y la ingeniería social un camino lateral a partir del cual el acceso a una idea de objeto arquitectónico se alejó cada vez más de lo precisamente arquitectónico. Cuantos más muros y barreras físicas evitó para la arquitectura en favor de una mayor integración social, más oculta se volvió su figura. El muro fue su propia paradoja.
            Como no le era posible construir solo realizaba simulacros junto a un reducido grupo de amigos, la mayoría de ellos su personal de servicio comprometido a no difundir las acciones. Así fue como parodió a las tiendas comerciales con soluciones para el hogar, representó la vida cotidiana de una comunidad experimental pluralista durante meses y emuló el registro de familias de pobres habitantes de una antigua construcción inacabada. Las acciones realizadas se siguieron multiplicando, pasaron al papel en sus memorias y de ese modo al formato de utopías y postales de voluntad política.
            A la imposibilidad de incidencia real de sus acciones le sobrevino irremediablemente la angustia. La inquietante extrañeza de lo siniestro lo acompañó en su resignación hasta el final de sus días. Tal como prescribe el mandato adorniano, la obra de arte debe poner restricción y resistencia porque el arte contiene lo misterioso. Pero nada es tan resistente como la utopía, aquel misterio que sabe que nunca podrá ser cumplido.




Gustavo Diéguez
Publicado en www.archipills.com (Mesa Editores) en su edición dedicada al tema "Misterio"




[1] Se encuentra en preparación un libro sobre los documentos y registros de Fritz Bartning al cuidado de su hija Meredith.

el honor de los pritzker

Superada la evidencia sobre lo que un premio de la envergadura del Pritzker representa en términos de culto a la personalidad, la ocasión del premio a Shigeru Ban abre la puerta a un estado de diferencia.
Si pensáramos que los ganadores de esta distinción representan lo que la sociedad espera de la arquitectura, su elección, su excepcionalidad en la lista de ganadores del premio ubica a los arquitectos en un mejor lugar. Lo más alentador es la visibilidad que cobra el contenido inspirador de su trabajo desde aquel interés multifocal que supo trasladar al desarrollo de sus múltiples habilidades: imaginación técnica, invención material, dimensión social, gestión política.
Como una parábola propia de los guiones de cine, aquel joven japonés cuya rareza ya le había valido la reprobación de Peter Eisenman en su curso de arquitectura de Cooper Union, pudo construirse a sí mismo, se supo colocar en un campo de combate de mucho más amplio que la propia arquitectura y tomó el riesgo. Hoy la actualidad de los dos personajes puede ser vista como un ejemplo más de la mirada contrastada propia de la época. En esta coyuntura, Shigeru Ban es objeto de premiación. No conviene olvidar este momento.

Publicado en ARQ. Diario de Arquitectura Clarín. Publicado el 1 de abril de 2014