Autorretrato de Fritz Bartning realizado con fotos propias
Aquello que resueltamente
instala restricciones para ser conocido abandona los terrenos de la ignorancia
para convertirse en misterio. Fritz Bartning (Karlsruhe, 1897-1961) asumió como
pocos la investidura de lo misterioso para ejercer la teoría y la arquitectura
de reconstrucción urbana como un arte. Hermano desconocido del también
arquitecto de nombre Otto, emigró hacia Estados Unidos escapando del régimen
nazi; tal vez su única decisión a tono con esos años y, por nada casual,
contraria a la de su consanguíneo. Hace muy poco un reducido grupo de aspirantes
de doctorado en Harvard han aportado información al hallazgo de este personaje,
vigente hoy por la curiosa actualidad de sus entonces frustrados intentos[1].
Debido a experiencias
cotidianas en ámbitos muy diversos FB se propuso la escritura metafórica sobre
la gravedad que asume la figura del vecino en la construcción de la
arquitectura social de una ciudad. “La
vecindad como concepto constituye la caja de Pandora de la vida urbana, el muro
divisorio, en ese caso, asume la condición de nido del mal. Es en ese contexto que se vuelve comprensible la recurrencia
de Poe cuando conquista los límites y, como un claro antecedente del existenzminimun,
hace habitar a sus personajes muertos y por morir en los intersticios de muros
y pisos. La indefinición del límite prescribe el área donde anida la
fantasmagoría de la propiedad, esto es, en el espacio de la separación indiferente
con el otro”.
Su crítica a las formas
habituales de la propiedad y la convivencia proporcionó, tal vez oportunamente,
una explicación suficiente a la baja exposición y la oscuridad que asumió en la
sociedad americana en épocas de cacería comunista. Pero lo cierto es que aun no
puede saberse si los motores de la incógnita que se encargó de sembrar obedecen
a la persecución, a la paranoia o al resentimiento. Los documentos son tan escasos
que no develan razones auténticas. Sólo puede conjeturarse que encontró en el
derecho y la ingeniería social un camino lateral a partir del cual el acceso a
una idea de objeto arquitectónico se alejó cada vez más de lo precisamente arquitectónico.
Cuantos más muros y barreras físicas evitó para la arquitectura en favor de una
mayor integración social, más oculta se volvió su figura. El muro fue su propia
paradoja.
Como no le era posible
construir solo realizaba simulacros junto a un reducido grupo de amigos, la
mayoría de ellos su personal de servicio comprometido a no difundir las
acciones. Así fue como parodió a las tiendas comerciales con soluciones para el
hogar, representó la vida cotidiana de una comunidad experimental pluralista
durante meses y emuló el registro de familias de pobres habitantes de una
antigua construcción inacabada. Las acciones realizadas se siguieron multiplicando,
pasaron al papel en sus memorias y de ese modo al formato de utopías y postales
de voluntad política.
A la imposibilidad de
incidencia real de sus acciones le sobrevino irremediablemente la angustia. La
inquietante extrañeza de lo siniestro lo acompañó en su resignación hasta el
final de sus días. Tal como prescribe el mandato adorniano, la obra de arte
debe poner restricción y resistencia porque el arte contiene lo misterioso. Pero
nada es tan resistente como la utopía, aquel misterio que sabe que nunca podrá
ser cumplido.
Gustavo Diéguez
Publicado en www.archipills.com (Mesa Editores) en su edición dedicada al tema "Misterio"
[1] Se encuentra en preparación un libro
sobre los documentos y registros de Fritz Bartning al cuidado de su hija
Meredith.
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